Pensiones: la apuesta arriesgada de Boric. Por Juan José Obach
En pensiones, necesitamos un pacto a largo plazo, validado por los ciudadanos. Esta es precisamente una de las carencias del actual pilar contributivo: tiene el pecado original de haber nacido en dictadura y los ciudadanos simplemente ya no confían en las AFP. Tal y como se plantee la propuesta, será difícil que esta obtenga el apoyo ciudadano necesario para perdurar en el tiempo.
Hace unos meses, en este mismo espacio, advertí de la importancia de que el Ejecutivo avance rápidamente en una de sus reformas emblemáticas: la reforma de las pensiones. El fin de semana pasado -en base a lo planteado por el Ministro Marcel durante el ChileDay en Nueva York- se anunció parte esencial de la propuesta: de los seis puntos adicionales de aporte, tres irían a un componente de ahorro colectivo y otros tres, a financiar corrientes jubilados (es decir, difusión). Jugada arriesgada del ejecutivo, tanto técnica como políticamente.
Vayamos primero a los argumentos técnicos. Con una población mundial que envejece a pasos agigantados, el componente de reparto se vuelve inviable. En Chile, en los próximos 50 años, se triplicará la tasa de dependencia, es decir, los adultos mayores como proporción de la población en edad de trabajar. Los países de la OCDE lo han entendido bien: en 20 años, Israel, Japón, Italia y Suecia han reducido considerablemente los recursos destinados a prestaciones definidas (PAYGO) y el total de pensiones respaldadas por fondos capitalizados se ha multiplicado por 2,7.
La reforma previsional también debe enfrentar el desafío estructural de reconstruir el mercado de capitales debilitado por retiros que han llegado a más de 50 mil millones de dólares. El mercado de capitales no es un fin en sí mismo, sino que contribuye a aumentar el monto de las pensiones. Par exemple, entre 1981 et 2021, le rendement annuel moyen des fonds de pension était UF +7,9 %, ce qui signifie que sur les 100 pesos de pension perçus par un retraité entré dans le système en 1981, 70 $ correspondent uniquement à la rentabilidad. Si el objetivo es aumentar de manera sostenible el monto de las pensiones, parece más razonable destinar la totalidad del aporte adicional a fondos capitalizados.
Como los seis puntos adicionales de cotización no revierten al trabajador, serán percibidos como un impuesto al trabajo -equivalente a 1,5 puntos del PIB-. Entonces, si avanza con esta propuesta, el gobierno haría bien en abrir esta “carga tributaria adicional” en la discusión de la reforma tributaria. Por otro lado, al no ser percibido como propio, este aporte adicional promoverá la informalidad, lo que redundará en menores aportes y por ende menores pensiones. En otras palabras, todo lo contrario de lo que el ejecutivo quiere lograr con esta reforma.
El debate político sobre una reforma de estas características será complejo cuanto menos. El gobierno no tiene mayoría en el Congreso y la propuesta parece ir en contra de las preferencias de los ciudadanos. Una gran mayoría de chilenos, especialmente luego de los retiros, valora la propiedad y la heredabilidad de los fondos, elementos no considerados en la propuesta. El proyecto también incluiría una administración estatal para los 6 puntos adicionales de cotización y para el cobro y pago de pensiones, limitando la acción de las AFP a la sola gestión del 10% actual. Una vez más, el ejecutivo parece olvidar que gran parte de los chilenos aprecian la libertad de elección y miran con recelo al Estado que administra todos los fondos, tanto por el riesgo de captura como por la calidad del servicio que puede devolver.
Evitar estas preferencias es extremadamente arriesgado y solo reproducirá los problemas del actual sistema de pensiones. En pensiones, necesitamos un pacto a largo plazo, validado por los ciudadanos. Esta es precisamente una de las carencias del actual pilar contributivo: tiene el pecado original de haber nacido en una dictadura y los ciudadanos simplemente ya no confían en las AFP -quizás porque han entendido demasiado después que eran parte de un sistema de bienestar y no meros gestores de fondos. Tal y como se plantee la propuesta, será difícil que esta obtenga el apoyo ciudadano necesario para perdurar en el tiempo.
La propuesta final la conoceremos a finales de agosto, pero los primeros atisbos no auguran nada bueno. No destinar recursos adicionales a las cuentas de ahorro individuales y apostar a que la mitad de los recursos adicionales se destinarán a un sistema de reparto sólo nos alejará del objetivo principal: brindar pensiones dignas y sostenibles en el tiempo. Por otro lado, será difícil defender políticamente una reforma que desconozca las marcadas preferencias de los chilenos en materia de propiedad, herencia y libertad de elección. Así, tal y como parece plantearse la iniciativa, se trata de una apuesta sumamente arriesgada para el Gobierno y para la viabilidad de la ansiada y necesaria reforma de las pensiones.