Dolor: el fin del dolor
Pero a pesar de todo esto, hay una sensación de dolor. Está la angustia de una mujer embarazada; hay dolor en la muerte; hay pena cuando uno espera algo y no sucede; hay dolor cuando una nación se desmorona, se desmorona; y está el dolor de la corrupción, no sólo en lo colectivo, sino también en lo individual. Hay pena en tu propio hogar, si miras profundamente: pena por no poder lograr, pena por tu propia mezquindad o incapacidad, y varias penas inconscientes.
También hay risas en la vida. La risa es algo hermoso: reír sin razón, tener alegría en el corazón sin causa, amar sin pedir nada a cambio. Pero esa risa rara vez nos sucede.
Estamos abrumados por el dolor; nuestra vida es un proceso de miseria y conflicto, una continua desintegración, y casi nunca sabemos lo que es amar con todo nuestro ser…
Queremos encontrar una solución, una forma, un método para resolver esta carga de la vida, y por eso nunca miramos realmente el dolor. Tratamos de escapar a través de los mitos, a través de las imágenes, a través de la especulación; esperamos encontrar la manera de evitar este peso, de adelantarnos a la ola del duelo… El duelo tiene un final, pero no pasa por ningún sistema ni método.
No hay dolor cuando hay percepción de lo que es.